lunes, 13 de julio de 2009

Paradoja: pájaros libres y alegría al rededor del ave cautiva

Estoy de vacaciones. Feliz y plácida en la casa de mis padrinos en Acapulco, tengo padrino y madrina que son los amigos más carnales de mis papás desde antes de que yo naciera. Ellos son pura generosidad y los quiero mucho. Hoy nos reencontramos después de una distancia ridícula y prolongada que yo propicié a raíz de un pleito ridículo también. Hoy recordé que el amor no tiene límite cuando es profundo, aunque haya heridas y la vida de vueltas y nos ponga en situaciones que nunca pensamos. Escribo esta historia para mi madrina, la Andrea de amplia sonrisa y ojos ahorita tristes pero que no siempre fueron así...
En su otra casa, ellos tienen un perico grande y bello en una jaula grande y cómoda, pero jaula al fin. Se llama algo así como Turulato, no me acuerdo, pero habla y dice culero y chifla fiu fiu alabando sin querer a todo el que pase por ahí. Disfruté observando la relación que tiene con Andrea, a la única a quien se acerca y pezca con su garrita su dedo. Son impresionantes los pericos, tienen esa lengua negra casi de piedra, la piel de las patas como de reptil, esos ojitos que te miran de lado y, por si no bastara, un plumaje verde, amarillo y rojo bellísimo.
En El hombre que calculaba está una historia preciosa sobre alguien que entendió, mediante una lección de matemáticas, que las aves son del aire y las liberó de su cautiverio.
En otras latitudes, una mujer que era muy sabia escuchó de su hijo esa historia y al día siguiente soltó a los pájaros que la acompañaban con sus cantos desde sus pequeños encierros. Dijo que se habían escapado. También quise mucho a esa mujer, que ya se fue a volar con los pájaros que un día soltó. Su hijo, el que le contó la historia, también se llama, a veces, como el hombre que calculaba, Beremiz.
No escribo esto para pretender dar una lección moralizante sobre la libertad de las aves, no para que liberen a Turulato que da mucha alegría a sus vidas, no para juzgar los encierros que cada quien elige. Sólo para compartir la historia de "Los pájaros y los números perfectos" y la de la mujer sabia que ya no está. Y también porque estos días iré a observar cotorras a un jardín botánico y pensaré en todo lo que hoy escribo.
Se puede leer la historia de "Los pájaros y los números perfectos" picando esta palabra coloreada ave