lunes, 26 de abril de 2010

La vida es cabrona, me dice Margo

Vi una película desgarradora pero muy buena. Se llama, en español, "Hace mucho que te quiero", de Phillippe Claudel. Me conmovió muchísimo por dos temas: ¿qué pasa con la vida después de salir de un largo encarcelamiento? y cómo seguir viviendo tras la muerte de un/a hijo/a.

La frase final es lapidaria:
"La peor cárcel es la muerte de un hijo", de esa nunca sales"

Y pensé, con empatía profunda, en el dolor de mis cercanas, abuela, tías, amigas, conocidas y extrañas, todas las mujeres que han visto morir a algún hijo o hija. Y lo siento muchísimo y ojalá no le pase nunca esto a nadie. Pero, como digo al principio, la vida es cabrona, pero muy cabrona.

sábado, 24 de abril de 2010

Escribir cartas

Acabo de leer un libro bien bonito, se llama Berta sueña, de Antonio Ventura, ilustrado bellamente por Juan Carlos Palomino, y es la historia de una niña de 8 años, de cómo mira el mundo y lo entiende, de lo que le gusta y le duele. Está narrado tan bien, como si la niña lo hubiera escrito. Me lo recomendó mi amiga Mariana que es editora de libros para niños en el FCE y con la que comparto terrible afición y gusto por esa literatura, los libros son tan hermosos y algunos cabrones, durísimos, para morir de risa o pensar o llorar, o simplemente gozar.
En fin, lo que me llevó a pensar, o una de las cosas, fue en la escritura de cartas, del uso del correo postal. Yo siempre lo utilizo, me escribo con una señora querida que trabajó en casa de mi mamá, y con una mi nana que me cuidó de chica, con ellas me escribo cartas. Es tan emocionante recibir una o poner la nuestra en el correo... desde que elegimos el papel y las cosas que platicaremos, el sobre, poner las direcciones, sentir el sabor del pegamento de los sobres (a veces no me gusta, otras sí). O mandar ocasionalmente un libro delgadito, como el que acabo de leer y quiero mandarle a una niña que conozco y que creo que le va a gustar.
Pero no mucha gente manda cartas ya, con eso de que el internet nos acorta distancias y aporta inmediatez, quizá elegimos el medio fácil, cómodo, expedito.
No lo digo con melancolía de viejita tipo "antes era mejor" no, simplemente ahora es diferente, y ya.
Pero no hay nada como recibir un sobre y leer la letra de quien, con cariño, se tomó el tiempo para pensar en su remitente y dedicarle unas palabras, incluir una foto, un dibujo, o una hoja de árbol como la de Berta la del libro.
Ahora con la tienda, recibo muchos paquetes y tengo que ir al correo casi siempre porque son muy grandes o pesados como para que los traiga el cartero, y me fascina ir, abrirlo, la sorpresa de lo que llegó y luego acomodar las cositas en sus cajones o cajas, porque además tengo una obsesión por acomodar que... uff.
¿Ustedes escriben cartas de papel?
Yo a mis alumnos de un taller que se llama Lenguaje, comunicación y cultura, de la UACM, los llevo al centro, a ver museos etc, pero una actividad es ir a la oficina de correos del centro, que alucinante, y que pongan una carta, a quien quieran, y esto me ha llevado a explicar la mística de mandar cartas, es decir cómo debe ir ordenada la información del destinatario y el remitente, cómo esta se dispone en el espacio del sobre, qué opciones tienen para mandarla (certificada, normal, mensajería), dónde van los timbres, etc. Es una actividad muy interesante y, para muchos de ellos, será la única vez que usen el correo postal... buuuu.

lunes, 19 de abril de 2010

Aunque sea van fotos




No tengo tiempo de escribir, lo extraño, pero nomás no me da el día. Desde que heredé la tienda de mi querida Náhuatl paso horas felices entendiendo, acomodando, atendiendo, ordenando, explicando, etc. Me encanta, pero sí me ocupa. Aparte de todo lo demás que ya de por sí hacía. Pero bueno, vengo de vez en cuando a decir algo, a poner fotos, nomás.
Estas son unas urbanas, la primera la tomó Cora, es... mejor adivinen y luego les digo qué es.