Hay demasiados hoyos en el camino. El pavimento es una piel maltratada y con cicatices de enfrenones, grietas, acumulación de agua, alcantarillas sumidas, partes de coche abandonadas tras un choque, marcas de sangre, pelos y tripas de los perritos atropellados (o personas).
El asfalto es caliente, se calienta, soporta mucho pero de vez en cuando muestra sus heridas y las llantas veloces caen estrepitosamente y maldecimos a la calle, a los hoyos, a Marcelo o a alguien.
En ocasiones la llanta se poncha por culpa del hoyo... ¡maldita sea mi suerte! ¡maldito hoyo! Y encima de todo: ¡mugre lluvia!.
Pero la lluvia es bienvenida para la tierra sembrada, para la tierra toda. Que llueva, que llueva, la vírgen de la cueva...
5 comentarios:
Uy que mal, y me hizo taanta la falta la clase, espero que hayas salido pronto de ese trance.
Gracias, pero no me pasó ese día la ponchadura, sólo que la recordé porque en el camino iba muy concentrada esquivando los hoyos... uff.
Mañana clase!!!
cierto la lluvia es de lo mejor, aquí en cabo es todo un acontecimiento y es algo muy esperado, pero es muy raro y muy bienvenido el suceso.
Mi mami!!!!!!
Qué bonita que me lees y que me comentas, ya ten un blog!
Te quiero
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